La ciudad de las niñas y los niños: Taller largo con Francesco Tonuci

La ciudad de las niñas y los niños: Taller largo con Francesco Tonuci Arnout Vandecappelle Dom, 27/07/2014 - 11:34
Reggio
Los niños y niñas no pertenecen
ni a los padres, ni a los maestros, ni al Estado.
Desde que nacen tienen derecho a la libertad”
Mario Lodi
A los niños y niñas se les prepara para ser los adultos del mañana, el modelo a seguir es aspirar a ser como os adultos…nadie se propone un modelo propio.
Por lo general los adultos dicen: la ciudad es peligrosa. Si la ciudad es peligrosa, por qué no cambiarla, en vez de buscar cómo protegerse más. Los niños piden más autonomía y libertad, los padres más control, vigilancia y seguridad. Entre estos dos planteamientos estar con los niños NO es estar contra los padres. Si aumenta la autonomía de los niños y niñas, aumenta la de los adultos también.
 
El reto es cómo lograr que los niños tengan más libertad y autonomía y a la vez los adultos logren su autonomía, dejando el control y vigilancia. ¿Cómo crear ciudades donde las niñas y los niños vivan felices y en libertad?
 
En el año de 1959 se hace la Declaración por los derechos de los niños (no se menciona a las niñas porque se las considera dentro de “los niños”). En 1989, 30 años después, se hace la Convención por los Derechos de los niños (nuevamente no se menciona a las niñas); en esta convención además de confirmar su cuidado, protección y bienestar por primera vez se reconoce la ciudadanía –desde el nacimiento- de las niñas y los niños y con esto se rompe la idea de “formar” a un futuro ciudadano, pues ya se le reconoce desde el nacimiento.
Los únicos países que no han firmado la Convención por los Derechos de las niñas y niños son Somalia y Estados Unidos. Todos los demás países la han firmado ya.
 
En el Artículo 4 dice: Los estados partes (los que firman) se comprometen a cambiar la legislación vigente para dar efectividad a los derechos reconocidos en esta Convención. En 25 años no se ha logrado, pues aunque ha habido algunos países donde ya se han creado leyes de protección para las niñas y niños, como México, todavía no se cumplen. Es decir, modificar las leyes no es suficiente para lograrlo.
 
El Artículo 31 se reconoce el derecho, de las niñas y niños, al descanso, al esparcimiento y al juego. Todavía hay muchos países donde existe el trabajo y explotación infantil.
 
Y el Artículo 42 dice que los Estados partes se comprometen a dar a conocer ampliamente los principios y disposiciones de la Convención por medios eficaces y apropiados, tanto para adultos como para las niñas y niños. Tampoco se cumple 25 años después.
¿Conoces la Convención por los Derechos de los niños? ¿La conocen tus alumnos, los padres y madres de tus alumnos? ¿La has trabajado en clase?...
¿Hasta cuándo lo vas a trabajar?
 
Porque la Convención y la Declaración por los derechos de los niños y niñas están para cumplirse y si no la cumplen nuestros gobiernos, requerimos exigir que lo hagan. No están hechas para hacer declaraciones o que se “aprendan” los Derechos sin
 
¡¡Es momento de que todas las maestras y maestros comprometidos con crear un mundo mejor para las niñas y niños comencemos a difundir y exigir el cumplimiento de esta Convención que han firmado nuestros gobiernos!!
 
¿Qué vas a hacer? Si queremos cambiar, comienza por ti, por tu trabajo cotidiano, por tus acciones diarias.
 
El proyecto de la Ciudad de las niñas y los niños propone una ciudad donde se escuche a los niños y niñas, donde participen en las decisiones que les afecten. Que aporten a la ciudad y digan cómo quieren su ciudad, su barrio. La participación es un derecho de todos y todas.
 
¿Será que es por eso que a los Gobiernos de los países firmantes no les conviene dar a conocer esta Declaración? Si ya la ha firmado el gobierno de tu país, tenemos el derecho a exigir su cumplimento; y si no se cumple, entonces denunciarlo y lograr que se cumpla en cada uno de nuestros países. Darla a conocer podría ser un buen principio. Si cada quién hace su trabajo, podremos confirmar en el próximo RIDEF que hemos avanzado.
 
Por Claudia Crevenna, MEPA México