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Enviado por Karim Nikiema el Lun, 16/04/2012 - 08:59
 
La escuela tiene la palabra.
 
Durante este último año hemos vivido una vorágine de acontecimientos que nos han generado gran cantidad de reflexiones sobre nuestra posición como educadoras y educadores con una responsabilidad enorme en el mundo.
 
En México, el clima de violencia del último sexenio nos confronta con la necesidad de pensar qué respuesta social dar ante el avance vertiginoso del narcotráfico. Es fundamental considerar que la escuela tiene una responsabilidad social muy importante frente a una sociedad que se deteriora paulatinamente en un proceso de corrupción y poder enorme que teje una plataforma que atrae a una población muy joven como una solución a los problemas de pobreza, retraso, hacinamiento y falta de oportunidades.
 
Pensar que la educación puede ofrecer un mundo mejor a las y los jóvenes se convierte en una herramienta de enormes posibilidades y al mismo tiempo un reto que las y los educadores necesitamos enfrentar.
 
Ante una sociedad de la violencia, del poder, del neoliberalismo, del dinero, la escuela puede ser un espacio de esperanza. Descubrir que el mundo no es sólo un lugar para poseer y pasar sobre los otros en una lucha encarnizada de supremacía, es una misión de la educación.
 
Vemos avanzar un mundo en donde las personas y particularmente niñas, niños y jóvenes no tienen sentido si no entran al proceso de producción tempranamente. Es entonces una economía de mercado la que manda sobre cualquier otro principio.
 
Es así como vemos que las ciudades en su proceso de crecimiento acelerado olvidan que las niñas y los niños no tienen cabida en ellas, sus espacios son reducidos y, muchos otros, peligrosos. Se niega entonces la posibilidad de gozar del entorno, de ir de casa a la escuela observando los árboles, los pájaros, las pequeñas piedras del camino y algún gato que trepa por las bardas. Es así como la vida infantil transcurre entre espacios cerrados: del apartamento al patio de la escuela. Es entonces que las pantallas de la televisión o de los juegos de internet pueden presentar una realidad virtual más atractiva que el mundo que les rodea.
 
En muchos otros casos, la pobreza, el desempleo y el hacinamiento se convierten en factores de exclusión escolar. En muchos espacios desfavorecidos niñas y niños son lanzados a las calles a vender toda clase de mercancías, a cargar bultos en los mercados, a atender a los hermanitos y hermanitas, o a quedarse en casa porque son las “mujercitas” de la familia. En las historias de vida de muchos niños y niñas de la calle son sus condiciones de vida las que impiden su presencia en la escuela y en casos como el de México, los hacen presas posibles de la delincuencia organizada y del narcotráfico. Este fenómeno se extiende a muchos países de América Latina, de África y Asia.
 
Otra vez la escuela tiene la palabra.
 
Cuando la escuela da como respuesta un sistema represivo, monótono, sin sentido, lleno de repeticiones y que amenaza la individualidad del sujeto, entonces huir de la escuela significa alcanzar un espacio de libertad de autonomía. Pero…
 
·         ¿qué sucede cuando la escuela abre la oportunidad a cada persona para ser ella misma y no perderse en la demanda de homogeneidad de la escuela actual?
·         ¿Qué sucede cuando la escuela permite una construcción paulatina de los lenguajes para comprender la construcción cultural y regresa a cada niño, niña y joven la certeza de que es un verdadero investigador?
·         ¿Qué sucede cuando la escuela se transforma en un verdadero laboratorio de la vida y las preguntas que niñas, niños y jóvenes se hacen ante el mundo son pertinentes?
Es entonces que llega el estímulo de crear, de buscar, de preguntarse y responderse con una pregunta más. El espíritu que alienta el descubrimiento en las ciencias, el arte, el lenguaje, la filosofía y la lucha democrática.
 
  • ¿Qué sucede cuando la escuela es un espacio de igualdad de derechos y oportunidades y las diferencias el mejor regalo al trabajo común?
  • ¿Qué sucede cuando la escuela se niega a participar en una evaluación que es, como dice Camila Vallejo de la Federación de estudiantes chilenos, “un termómetro de las desigualdades sociales”?
  • ¿Qué sucede cuando la escuela retoma la pancarta de Rita Levi, premio Nobel de medicina en 1986, ejemplo de lucha contra el fascismo de Mussolini, que señala que la vida debe permitirte acumular experiencias y a decidir descartar lo que no sirve?
  • ¿Qué sucede cuando en el centro de la escuela se coloca la igualdad de oportunidades entre niñas y niños como un principio rector?
 
Es ahí cuando las prácticas sociales son cuestionadas, porque el color rosa y los adornos dejan de ser sólo para las niñas y los colores oscuros y los pantalones para los varones…
 
Es ahí cuando el futbol es terreno donde ellas y ellos muestran a la vez la fuerza de sus piernas y la agilidad de sus cuerpos…
 
Es ahí cuando se terminan las tareas femeninas y las tareas masculinas. Niñas y niños aprenden a temprana edad que lavar los trastes, hacer la comida y lavar la ropa es una tarea que hay que aprender para repartir de manera igualitaria el mantenimiento de la casa.
Es ahí donde las niñas aprenden a no callarse, a manifestar sus inconformidades y sus luchas y los niños reconocen la necesidad de escuchar, de argumentar y de respetar la voz femenina, terminando con la supremacía de la voz del padre en casa que dice siempre “la última palabra”.
 
Es ahí donde los niños aprenden que la crianza de los hijos es una tarea común porque la responsabilidad es un 50/50 y que uno de los privilegios de la madre es el amamantamiento.
 
Es ahí donde se decide que los libros son para todos. Que el diario de Daniela es de gran atractivo para los varones y el pequeño Nicolás hace reír a las niñas. No más literatura de violencia a los varones porque “para ellos es natural”.
 
Es ahí donde se aprende a cooperar, a trabajar juntos, a proponer un proyecto y respetar la participación de niñas y niño en un ensayo de vida que permitirá en un futuro enfrentarse a tareas comunales, locales, regionales, nacionales e internacionales con igualdad de oportunidades reales para mujeres como para hombres.
 
Es ahí donde se descubre que hay juegos que deben desaparecer del inventario escolar porque reproducen esquemas sociales que segregan a la mujer y la convierten en muñeca de aparador como el del barquero en México donde “las niñas bonitas entran primero. Yo no soy bonita, ni lo quiero ser, porque las bonitas se echan a perder”.
 
Es ahí donde se aprende que una niña (o una mujer) no se calla porque “es de buena educación” ante la violencia de otras u otros, particularmente de los compañeros de banca, de calle, los hermanos o el padre. “Calladita te vez más bonita”, no puede ser más un modelo que lanza a cerca de la mitad de la sociedad a escuchar la respuesta masculina, sin opinar para evitar conflictos y confrontaciones.
 
Es ahí, en la asamblea escolar donde se aprende que una voz masculina no tiene la razón porque sea más fuerte, sino que tiene la misma posibilidad de acertar en el análisis y solución de los problemas que una voz femenina que la confronta.
 
Y es en esos espacios de construcción de una cultura colectiva de la cooperación y de la expresión que el movimiento Freinet debe buscar qué ha hecho de sus mujeres maestras, madres amorosas y compañeras leales.
  • ¿Por qué habla tan poco de ellas?
  • ¿Qué esquemas de relación ha establecido que han sido muchas veces compañeras silenciosas de lucha al lado de sus hombres?
No es que proclamemos la revolución de las niñas y las mujeres Freinet, únicamente queremos pedir a cada miembro de los movimientos qué responda a las siguientes preguntas:
 
  • ¿Qué ha hecho en esa relación? ¿Dónde están ellas?
  • ¿Qué oportunidades les han dejado?
  • ¿Quién se ha hecho cargo de los hijos e hijas?
  • ¿Quién ha renunciado a un posgrado, a un puesto de trabajo, a un viaje, para dar lugar a su mujer?
  • ¿Cuántas mujeres no han puesto por escrito su experiencia nunca porque al final del día, después de trabajar en el aula, recoger a los hijos e hijas de la escuela, preparar y servirles la comida, acompañarlos al parque, bañarlos y dormirlos, terminan agotadas sin poder pasar el lápiz sobre la hoja para recuperar sus reflexiones o lanzarse en la computadora en la escritura de un artículo?
 
No sólo le preguntemos al pasado quiénes han hecho un trabajo trascendente, miremos la triple jornada que muchas mujeres en los movimientos Freinet actuales enfrentan en su vida.
 
Tomar el lente de la equidad significa, no sólo ver hacia la escuela, hacia nuestra práctica diaria y hacer visible el legado cultural que dejamos de la mujer a nuestros alumnos y particularmente a nuestras alumnas.
 
También significa ver a nuestras mujeres, a nuestras compañeras, a nuestras madres, a nuestras hermanas, a nuestras hijas y pensar cuál ha sido el sentido de la palabra cooperación, libertad, respeto, reconocimiento y autonomía
 
Teresita Garduño Rubio.

Powerpoint presentado durante el desarrollo de la pertura de la jornda Forum en la Ridef